Cómo testear ideas de nuevas características
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Antes de invertir todos tus recursos en la construcción de una nueva característica para tu producto, debes asegurarte de estar apostando por la idea correcta.
La realización de pruebas o tests no es siempre sencillo, muchas veces puede parecer más fácil desarrollar directamente la característica o funcionalidad que tengas en mente y simplemente quedarte esperando a ver qué pasa, pero crear una estrategia de pruebas consistente es muy útil para determinar si estás haciendo un uso eficiente de tus recursos.
Aún mejor, un enfoque acertado de los tests te puede permitir acelerar los procesos de manera que avances más rápido en la hoja de ruta de tu producto. Dependiendo de los resultados que obtengas en las pruebas, descubrirás nuevas oportunidades que agregar a tu proceso.
1. Selecciona qué testear
Paso 1: Pequeños cambios
Conforme vayas añadiendo nuevas características o mejoras a tus productos, necesitarás asegurarte de que las estás ofreciendo en la mejor forma posible. Debes comprobar tanto la demanda como la ejecución de lo que estás ofreciendo a tus clientes. Y para hacerlo necesitas algo que testear. El modelo MVP (producto mínimo viable) es con frecuencia el mejor enfoque posible para crear algo con lo que valga la pena realizar pruebas.
Con independencia de si tienes o no un producto con el que trabajar, piensa en términos de cambios mínimos que te proporcione información de valor. ¿Qué te permitirá obtener datos útiles para la toma de decisiones sin invertir un montón de tiempo en la implementación de un cambio que pueda finalmente resultar no valer la pena? Por supuesto, una característica o funcionalidad mínima podría aún así requerir bastante trabajo, pero el objetivo global es malgastar el menor trabajo posible.
Paso 2: Testear parámetros
Como probablemente te puedas imaginar cuanto te costará construir tu producto, al menos si tienes experiencia en tu sector, es importante comprobar aquellas cosas sobre las que no puedas hacer conjeturas certeras. A menos que seas adivino, esto implica que tienes que comprender cómo responden los clientes a lo que estás construyendo. Jugar con las tecnologías puede ser divertido, pero no debería ser la prioridad.
Tienes que pensar sobre qué constituirá un test exitoso.
Mientras estudies un elemento en concreto de la hoja de ruta del producto, considera cuáles son los elementos principales de la característica que deseas agregar: ¿Cuáles son las piezas con las que un cliente verá e interactuará realmente? ¿Cómo se pueden dividir estas en partes concretas aún más pequeñas?
Si, por ejemplo, estás creando una nueva pala, el cliente interactúa con el mango, la hoja de la pala y el palo intermedio. Si, en lugar de esto, estás creando una nueva pieza de software, la interacción del cliente con lo que hayas creado será mucho más limitada.
Tienes que pensar sobre qué constituirá un tests de éxito. Si ya tienes clientes que usan un producto real, ¿conseguir que un 50% de ellos pruebe una nueva característica del mismo que deseas construir será suficiente para establecer si realmente su implementación es pertinente? ¿Necesitas que sigan usando la característica para considerarlo un test exitoso? Y si estás buscando nuevos usuarios, ¿qué tipo de ratios de retención son necesarios para señalar un resultado positivo?
En breve, querrás ser capaz de estudiar los datos que hayas recogido en una fecha concreta y saber automáticamente si deberías avanzar y acabar de implementar la característica o si deberías desechar la idea. Deberías poder predecir el éxito.
Paso 3: La realización de tests en la práctica
Una vez hayas desglosado lo que podrías presentar al cliente, considera cuál es la forma más sencilla de crear esa interacción, para poder probarla. Si necesitas crear unas cuantas unidades del producto piloto, ¿cuál es la cantidad mínima que puedes encargar? ¿Cabe la posibilidad de modificar el producto existente de algún modo para agregarle una característica, incluso aunque haciéndolo tú mismo no vaya a ser escalable a largo plazo?
Incluso si el testeo de tu nueva característica implicase tener que hablar de forma individual y cara a cara con cada cliente para después modificar sus productos de forma manual, el monto de trabajo podría seguir valiendo la pena. Al menos serás capaz de gestionar ese conjunto de pruebas invirtiendo menos tiempo y dinero que si hubieses tenido que construir por completo hasta la más pequeña característica.
2. Busca feedback en el mundo real
Paso 1: Pruebas realistas
Cuanto más realistas sean tus tests, más valor tendrá la información que recopiles. Si no puedes contar con el mismo tipo de usuarios que usarán tu producto cuando sea lanzado, no podrás asumir que los datos obtenidos reflejan la realidad con precisión. Teniendo esto en cuenta, céntrate en cómo recopilar más información procedente en concreto del tipo de usuario al que va dirigido tu producto.
Por supuesto, debes esforzarte por recoger información que vayas a usar en la práctica, realizar cientos de encuestas de cliente que después no vas a estudiar es perder tu tiempo y dinero. Planifica cómo vas a gestionar cualquier información que vayas a reunir, incluyendo cómo vas a procesar y correlacionar cada uno de sus fragmentos en un análisis cohesivo y accionable.
Paso 2: Haz pruebas con distintos precios
Sugiere un precio por tu producto con la nueva característica, aunque no sea equivalente al precio que te gustaría establecer finalmente. De lo contrario, no obtendrás datos de la más alta calidad. Si esperas que tus clientes paguen finalmente por la característica que deseas crear, deberías saber si la mera existencia de un precio cambia la forma en la que la usan. Es imposible testear cada una de las variables existentes, pero sí debes integrar siempre en tus pruebas las más importantes, por ejemplo, el precio.
Paso 3: Haz tus resultados accesibles
Almacena tu información de manera que puedas acudir a ella y consultarla en cualquier momento. Aunque querrás hacer que la ejecución de pruebas cada vez que estés considerando una nueva característica para tu producto se convierta en una práctica habitual, no hay necesidad de reinventar la rueda si estás trabajando en algo similar. Es muy probable que descubras gran cantidad de nueva información en antiguos datos a medida que te formules nuevas y pertinentes preguntas.
3. Determina si tus tests culminaron con éxito
Paso 1: Línea en la arena
Si bien es de esperar que hayas ejecutado tus pruebas teniendo en mente una idea de las respuestas que necesitas, debes ser capaz de actuar con la información que hayas reunido.
Debes comprometerte en implementar por completo la característica en caso de haber obtenido un cierto grado de respuestas positivas, pero desecharla si no obtienes suficientes buenas opiniones. Se trata de una línea o nivel claro desde la que puedes trabajar y tomar como referente para determinar si tu prueba es un éxito. La cuestión es comprobar si obtienes una respuesta con el nivel adecuado.
Paso 2: ¿Cuál es tu margen de maniobra?
Desafortunadamente, con mayor frecuencia de la que quisieras, comprobarás que no debes apostar por una característica aunque te encante a nivel personal.
Podría ser complicado si recibes un conjunto de respuestas que aunque casi cubren tus expectativas, no alcanzan el nivel marcado. En estas situaciones, deberás decidir qué margen de juego concedes a tus datos. Si escogiste la cifra o el nivel de resultados que deseabas alcanzar de la nada, y estos no lo alcanzan del todo, no será un gran problema.
Si reflexionas a conciencia esa cifra, por ejemplo, calculando en qué punto va a ser realmente viable añadir una nueva característica, entonces deberías ser más riguroso, incluso aunque los datos estén muy cerca del nivel marcado como para que reconsideres y ajustes tus cifras iniciales. Ese es el objetivo de cualquier test. Desgraciadamente, con más frecuencia de la que desearías, descubrirás que no debes perseguir una característica que te encantaba particularmente.
Paso 3: Experimentar versus implementar
Después de realizar tu test inicial, posiblemente te encuentres que debes realizar más tests para aclarar ciertos detalles. Deberías continuar haciendo pruebas hasta que obtengas de ellas una ventaja evidente. No obstante, llegará un momento en el que ya no obtendrás ningún beneficio a partir de la creación de versiones mínimas viables de tu producto y de la ejecución de experimentos.
Si has alcanzado un punto en el que la realización de otro test realmente requiere tanto esfuerzo como la creación del producto en sí, probablemente sea el momento en el que debas abandonar el ciclo de pruebas y debas en su lugar empezar a construir. No existen reglas rígidas ni simples respecto a estas situaciones, pero ten en cuenta el tiempo que estás invirtiendo en cada etapa de la creación de un nuevo producto.
Continúa haciendo tests a largo plazo
Dependiendo de tu tipo de negocio, es posible que tengas una larga lista de mejoras que quieras añadir a tu producto. Crear un sólida estrategia de tests te podría ayudar a priorizar más rápidamente las distintas rutas que puedes tomar, lo que te permitirá distribuir tus recursos entre las opciones que te vayan a proporcionar el máximo beneficio.
Esta estrategia podría constituir un factor clave que te ayude a marcar distancias respecto a tu competencia. Si siempre estás testeando nuevas opciones, y tomando acciones basadas en la información que obtienes a través de los tests, avanzarás mucho más rápido que alguien que realiza cambios de forma aleatoria basándose en información anecdótica, o alguien que no se preocupa en absoluto en reflexionar las mejoras. Puedes asegurarte de estar ofreciendo a tus clientes la mejor versión posible de tu producto en cualquier momento.
Créditos de la ilustración: Idea, diseñada por Waleed Al-Alami y disponible en Noun Project.
